Creciendo
bajo las ramas de otro
Fui olvidando
mi presencia, mi esencia
Pero algo
viene, fuerte, me acuna en su pecho.
Soledad,
compañera del alma, compañera.
Bemoles,
sostenidos, me embriagan suplicantes
Una casa en
el tejado, aboardillado de sueños anhelantes
Me ha llegado
el momento de volar, volar.
De llevarme
lejos, hasta el cielo.
Saludo al
mundo, pues este es mi reino
Porque puedo,
porque lo deseo, es mi credo.
Porque es mi
sol y mi musa,
Es mi madre,
es mi amante
Son todos los
puntos cardinales de mi vida, es mi diva,
Todas mis
amistades, muchas ya perdidas.
Mis pies se
llenan de polvo mientras camino
Un nuevo
mundo se abrirá ante mi vista,
Uno que de
verdad exista
Fatigado
seguiré mis pasos sobre el camino
Sin andar, el
sendero de la vida.
A lo lejos
diviso una niebla,
Incertidumbre
reducida a ceniza dividida.
Escribo estos
versos en un tren errante
Que marcha
campante por nobles colinas
De verdes
valles y fértiles praderas.
Llevo a un
niño asustado a lo más alto de su vida.
Su ánima me
anima, fuerte y decidida,
Más allá del
calor de la muerte,
Más allá del
frío de la vida,
Donde nadie
dicta tu arte
Donde nadie,
pueda alcanzarte…
Y para vosotros... ¿qué es la música?
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